Desde el 18 de octubre de 2019, a raíz del estallido social, el panorama social chileno ha cambiado en diferentes aspectos, como por ejemplo en el plano político, cultural o económico, entre muchos otros. Dichas transformaciones, además, se han profundizado conforme se estableció la pandemia por COVID-19 en el país, la cual ha tenido como consecuencia grandes impactos en la vida de las personas. En este contexto, ¿qué rol cumplen las políticas de lo comunitario? ¿Cuáles son sus ámbitos de implementación? ¿A qué desafíos se enfrentan para alcanzar los posibles objetivos?
Con el fin de responder a estas preguntas, la Universidad de Católica del Maule, en alianza con la Universidad del Bío-Bío y Universidad de Las Américas llevaron a cabo el taller «Políticas de lo comunitario en Chile«, en el cual participó María Luisa Méndez, directora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), y también Vicente Espinoza y Alejandra Rasse, ambos investigadores de la línea Geografías del Conflicto y la Cohesión.
Esta instancia, parte del Proyecto ANID-COVID 060 titulado «Prácticas comunitarias, políticas locales y gobernanza para la gestión de la crisis por COVID-19 en ciudades intermedias«, se realizó el pasado jueves 5 y viernes 6 de agosto y contó con cuatro bloques, en los cuales se analizó el rol de lo comunitario en el mapa del poder, el reconocimiento y promoción de la acción autónoma de lo comunitario, sus condiciones socio materiales y simbólicas, y sus contextos urbanos y rurales, respectivamente.
En la primera de estas cuatro mesas de diálogo, titulada «Lo comunitario en el mapa del poder» participó Vicente Espinoza, sociólogo e investigador adjunto de COES. María Luisa Méndez, investigadora principal de la línea Geografías del Conflicto y la Cohesión fue panelista del tercer bloque, el cual se tituló «Condiciones socio materiales y simbólicas para lo comunitario». Por otra parte Alejandra Rasse, investigadora asociada de COES, estuvo en la cuarta conversación del taller, «Lo comunitario y sus contextos urbanos/locales».
María Luisa Méndez, directora de COES, sostuvo que “es muy relevante participar de este tipo de instancias donde nuestra investigación pueda divulgarse, intentando incidir en políticas públicas. En particular, dar cuenta de los obstáculos que las personas enfrentan en términos de participación en sus propias comunidades”.
“Existen barreras que merman la participación e involucramiento de las personas en sus comunidades, lo cual impacta en la reducción de asimetrías de voz política y en la democratización de la misma sociedad. Por ejemplo, hay personas que no pueden participar por falta de tiempo, energía o que tienen otras prioridades, restándole atención a las actividades comunitarias. Así, es clave que hayan políticas enfocadas en la promoción de la participación, tanto desde la formación ciudadana, como en términos de entregar mayores condiciones de posibilidad para que ello ocurra”, explicó
En esta línea, las preguntas ¿qué lugar ocupa la esfera comunitaria en el mapa de poder?, ¿qué tipo de poder constituye/instituye/destituye lo comunitario?, ¿qué condiciones socio materiales y simbólicas se requieren para el despliegue de la esfera comunitaria?, y ¿qué elementos espacio-territoriales-locales se deberían considerar para el despliegue de la esfera comunitaria? fueron las que guiaron las conversaciones.
En su conjunto, en el taller se discutieron temas de relevancia tales como la participación ciudadana como elemento para reforzar la democracia, la falta de políticas públicas que fomenten el desarrollo autónomo de las comunidades, la importancia de las condiciones para que estas puedan llevar a cabo sus actividades de participación, y por último, el contexto en el que estas relaciones sociales se realizan, en términos de seguridad, calidad y equipamiento.
Con el fin de visibilizar la discusión, próximamente se espera publicar un documento de trabajo a raíz de desarrollo en los talleres.