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OPINIÓN: El dilema de la vitrina política: el caso de Pamela Jiles y la banalización de la política

Por Rocío Sáez-Vergara 
Chile CIP 

En conmemoración a la semana de la transparencia, es sumamente importante repasar las palabras del filósofo Daniel Innerarity sobre qué es la transparencia y su importancia para las democracias. Esto cobra mayor relevancia en la antesala del proceso constituyente en Chile y en medio de una ciudadanía cada vez más inquieta del acontecer político.

Esta revisión se basa en la exposición de Innerarity durante el seminario “Ciudadanía informada: Un actor para el futuro de la democracia” en la Semana de la Transparencia celebrada por el Consejo para la Transparencia de Chile (CPLT)1.

Antes de definir “¿qué es la transparencia?” el filósofo establece el punto medular para la comprensión de este principio y sus herramientas. Más allá de “evitar” la corrupción, la transparencia debería apalear uno de los principales problemas de las democracias actuales, esto es, la presencia de ciudadanías inquietas, pero al mismo tiempo apáticas y alejadas de la política, haciendo de esta un escenario cada vez más confuso y desconocido. En este sentido, la transparencia debería ser el punto de unión entre la ciudadanía y la política. Sin embargo, ahí surge otro dilema ¿qué es la política? O más bien, ¿qué es lo que la transparencia debería rescatar de la política?  

Innerarity es claro en este punto. No todo es “política” en el sentido de lo que debería ser relevante para la ciudadanía, o más bien, la transparencia no debería actuar como una simple vitrina que expone cúmulos de información, datos y anécdotas que se transforman finalmente en más ruido y por ende, hacen más ilegible la política entregando demasiados estímulos que distancian la mirada de lo esencial en el proceso político y distraen a la ciudadanía. Si la transparencia es mal entendida, corre el riesgo de transformarse en un aliado de serios peligros para la democracia.  

La mejor forma de simplificar una reflexión es a través de ejemplos. Abordemos el dilema de la transparencia y la vitrina de la política, o politiment con el caso de Pamela Jiles.

La irrupción de Jiles en la política ha ejemplificado en parte lo que en un principio fue la propuesta frenteamplista. Nueva política y nuevos políticos y políticas que irrumpen en el escenario político con un perfil refrescante y “ruidoso” para el estándar institucional. Estas nuevas personalidades además se caracterizan por ser rostros públicos outsiders. Junto con los exdirigentes estudiantiles, el estilo Jiles se mimetiza, desde las declaraciones hasta la apariencia.

Estos atributos descritos son meramente accesoriales, aunque guardan profunda relevancia simbólica en la renovación de la política. Para propósitos de este escrito, establecen el contexto dentro del cual se expone esta problemática.

El principal problema del estilo Jiles es la sobreexposición mediática que puede ser un arma de doble filo. Por una parte, las formas y el discurso menos institucionalista (insultos e improperios también si se quiere) pueden acercar a una ciudadanía apática que se siente identificada por este nuevo estándar rupturista en gran parte gracias al desprestigio y hastío que ha producido la crisis institucional desde 2011. Por otra parte, personalidades como esta pueden ser corrosivas para la política banalizándola, esto es cuando priman las formas en lugar del fondo, cuando los símbolos dejan de tener importancia para ser ordinarios y restar importancia a lo trascendental. Cuando la deliberación es más necesaria que nunca, estas personalidades simplifican en exceso a la política.

Revisamos las desafortunadas declaraciones del candidato a gobernador y pareja de la diputada Pablo Maltés, quien, en un intento de transparentar la relación entre ambos, declara que su distancia “afectiva” es suficiente para descartar toda clase de nepotismo entre ambos2. En otras palabras, la abstinencia sexual sería sinónimo de ausencia de nepotismo. Declaraciones que más tarde son respaldadas por la honorable3.

Tal como lo establece la teoría del framing, cuando las discusiones sobre temas complejos se simplifican en exceso y se disocian de su fondo mediante elementos distractores, estos elementos funcionan como atajos cognitivos que evitan la discusión de lo esencial. Qué mejor que polemizar o discutir de la vida privada de dos personajes políticos antes que poner sobre la mesa lo que entendemos como conflicto de interés y como la discusión se escapa de las manos.

El poder mediático y el uso de la vitrina pública debería acercar a la ciudadanía a la deliberación de la política, a los temas de fondo que abordaremos en el proceso constituyente. De lo contrario, lo mediático se transforma en una nebulosa que distrae y acentúa la distancia hacia la política, la banaliza y peor aún afecta a quienes debería fortalecer, a quienes menos comprenden la política y tienen menos herramientas para formar parte de ella y transformarse en actores en lugar de sujetos pasivos.

Las formas no son lo más importante, pero se transforman en un problema si dañan el fondo.

Referencias:
  1. https://www.youtube.com/watch?v=f-l0amRT4C8
  2.  T13 (2021). Pablo Maltés niega nepotismo asegurando que mantiene “abstinencia” con Pamela Jiles. 15 de abril de 2021. Recuperado de:
  3. El Dínamo (2021). Pamela Jiles corrige a Pablo Maltés: “son tres años y 7 meses”. 15 de abril de 2021. Recuperado de: https://www.eldinamo.cl/politica/2021/04/15/pamela-jiles-corrige-a-pablo-maltes-son-tres-anos-y-7-meses/

 

 

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