Segregación residencial y desigualdades de oportunidad educativa
En esta nota nos adentramos en cómo la tenencia de la vivienda se relaciona con las oportunidades educativas que las clases sociales encuentran en su barrio de residencia, en particular, las clases medias. Para estudiar el impacto de la tenencia de la vivienda en la configuración de la segregación escolar y residencial, Quentin Ramond investigador postdoctoral de COES, y Marco Oberti, profesor de sociología en la Universidad Sciences Po, estudiaron el Área Metropolitana de París (Francia) donde los alumnos deben acudir al colegio que se encuentra en su espacio de residencia (sistema del mapa escolar), haciendo uso de metodologías mixtas de análisis. El desarrollo de esta investigación se encuentra en el artículo “Housing tenure and educational opportunity in the Paris metropolitan area”, publicado recientemente en la revista Internacional Housing Studies.
“Ser propietario o ser arrendatario de una vivienda genera diferencias de localización dentro de las clases sociales y, por tanto, de las oportunidades educativas”, señala Quentin Ramond, investigador postdoctoral de COES, en referencia al estudio que realizó junto con Marco Oberti, profesor de sociología en la Universidad Sciences Po, entre la tenencia de la vivienda y las oportunidades educativas en el Área Metropolitana de París. Ramond especifica que el acceso a los colegios de mayor o menor calidad educativa no solo está determinado por factores económicos o culturales, sino que también por las decisiones de los hogares en cuanto a la tenencia de la vivienda. Dada la correlación entre los precios inmobiliarios, el perfil social de los barrios y la calidad de la oferta escolar en las grandes metrópolis, “la tenencia de vivienda está asociada a oportunidades educativas distintas dentro de cada clase social, lo cual es particularmente cierto para las clases medias”, advierte.
Para Ramond, es especialmente importante considerar la tensión interna que enfrentan las clases medias y que no se observa de la misma manera en los sectores populares o más acomodados. Dicha inquietud se produce frente a la disyuntiva de qué ponderar: ¿el tipo de vivienda o el lugar de residencia? En efecto, según este estudio es poco probable que una persona de clase media pueda ser propietaria de una vivienda en los barrios donde se concentran los colegios de buena calidad. Para este grupo, las posibilidades de compra en el mercado inmobiliario suelen estar más bien en lugares periféricos, donde la calidad educativa es inferior; por el contrario, el arriendo, sea en el sector privado o público, ofrece mayores posibilidades de acceso a colegios de alta calificación escolar.
Este escenario, generalmente empuja a las clases medias a optar entre preservar su posición social a través del ‘sueño de la casa propia’ o acceder a mejores oportunidades a través de la educación, cuestionando sus proyectos explícitos y tácitos de movilidad social intergeneracional. Si bien, aclara Ramond que, en Francia el ‘sueño de la casa propia’ no está tan instalado como en Chile o en Estados Unidos, esta inclinación “sigue siendo preponderante en las clases medias como un símbolo de éxito económico y de estabilidad familiar”. Si a esto se le suma el contexto actual, marcado por un aumento en la desigualdad económica y una disminución de la seguridad en el mercado laboral, resulta que la propiedad de la vivienda sigue siendo un terreno para la posición social y la identidad de la clase media, enfatiza.
La tensión entre tenencia de la vivienda y calidad del contexto escolar local no se observa en otros estratos sociales. De hecho, las clases altas pueden acceder a los colegios de su preferencia vía compra de vivienda, mientras que las clases más bajas no cuentan con los recursos suficientes para arrendar en lugares acomodados.
Para entender estas diferencias entre las clases sociales, Ramond y Oberti, ambos también miembros del Observatorio Sociológico del Cambio (Observatoire Sociologique du Changement, OSC), diseñaron una tipología de los contextos escolares del área metropolitana de París, basándose en datos administrativos del Ministerio de Educación. La calidad de las instituciones educativas, en tanto, fue estimada en función del perfil social de los alumnos, en función de sus puntajes en pruebas estandarizadas, de la proporción de estudiantes admitidos en las escuelas vocacionales (Centros de Formación Técnica) y características del profesorado. También, caracterizaron los mercados locales de la vivienda, así como el perfil de los solicitantes y beneficiarios de viviendas sociales en cada tipo de contexto escolar. Luego, calcularon la composición de los espacios en base a: i) las clases sociales ocupacionales de las familias con hijos en edad escolar (altas, medias altas, medias, medias bajas y populares), y ii) el tipo de tenencia de vivienda.
Además, para profundizar los patrones encontrados con datos cuantitativos, los investigadores realizaron 53 entrevistas entre 2017 y 2018. En estas, se enfocaron en hogares de clase media localizados entre el sexto y octavo decil de ingresos (es decir, donde existe la posibilidad de acceder a los beneficios de la vivienda social) con al menos un hijo que fuera (o que estuviera a punto de ir) al colegio. En base a estas entrevistas, encontraron que las decisiones de los hogares de clase media con respecto a la disyuntiva entre la tenencia de la vivienda y el acceso a colegios de calidad se puede dividir en tres grupos: i) hogares que priorizan el arriendo para mantener cercanía con los colegios de mejor calidad; ii) hogares que, manteniendo bajas deudas y contando con una mayor experiencia en el mercado inmobiliario compraron una vivienda cercana a colegios de calidad promedio o baja, y mandan a sus hijos a dichos colegios; y iii) hogares endeudados que, siendo propietarios en contextos escolares poco atractivos, buscan colegios privados fuera de su zona residencial, con el fin de asegurar tanto los logros educativos como oportunidades sociales.
Articular las políticas de vivienda y educativas
En Francia las viviendas sociales no son ni se parecen a las que tenemos en Chile. En concreto, dichas viviendas son de propiedad pública, se destinan al arriendo de forma permanente y no están exclusivamente focalizadas a los hogares más pobres o vulnerables. De hecho, existen tres tipos de vivienda social, dirigidas a: i) hogares más vulnerables y que viven con la ayuda del Estado; ii) hogares que tienen ingresos bajos, y iii) hogares que tienen ingresos medios (entre el sexto y el octavo decil).
La diferencia en los tipos de viviendas sociales es fundamental para entender los resultados del artículo. En efecto, se evidencia que las viviendas sociales dirigidas hacia las clases medias tienden a concentrarse en los contextos educativos de mejor calidad donde los precios inmobiliarios alcanzan sus niveles más altos, mientras que los sectores más vulnerables encuentran menores oportunidades de acceso a la vivienda social en estos contextos. Esto explica, en parte, cómo las clases medias utilizan de manera estratégica el arriendo en el sector público para acceder a colegios de alta calidad, mientras que los sectores populares no cuentan con ello. Por lo tanto, podría decirse que las políticas de viviendas sociales también contribuyen a las desigualdades de oportunidad educativa, enfatiza el postdoctorante COES.
En paralelo, las políticas públicas educativas también son insuficientes, ya que el Estado no logra corregir la segregación concluye Ramond. Según el investigador, una dimensión clave necesaria a resolver es la desigual distribución de la oferta escolar de calidad en el territorio y la falta de voluntad de aplicar regulaciones a los colegios privados: “mientras el Estado no intervenga en las prácticas de selección de los colegios privados, las brechas educacionales se seguirán incrementando en los territorios desfavorecidos donde una parte de las clases medias optan por colegios fuera de su lugar de residencia”.
Este artículo si bien aporta a la reflexión en la articulación entre políticas públicas de vivienda y políticas públicas educativas, en particular en el Área Metropolitana de París en Francia, también permite reflexionar sobre el caso chileno. En general, podría decirse que es fundamental analizar la interacción que existe entre el aumento de los precios inmobiliarios, la tenencia de la vivienda y la geografía desigual de la educación para conocer mejor la estratificación social y los patrones de movilidad en las grandes ciudades, como así también contribuir a mejorar las políticas públicas en materia educacional y residencial.
Ahora bien, hay varias consideraciones que hacer frente a las diferencias entre ambos países. En Francia, es la entidad estatal la que designa la escuela a la cual van a acceder las y los estudiantes según su lugar de residencia; en estricto rigor, corresponde a aquella que se encuentra más cerca del domicilio residencial, entendiendo que el sistema público francés no tiene sistemas de selección ni por parte de las familias ni de los colegios. Además, el sector educativo privado francés sigue siendo limitado. En cambio, en Chile, aunque la cercanía es un criterio importante en la elección de colegio, el escenario es más complejo. El sistema escolar chileno evidencia un elevado nivel de privatización, de modo que la capacidad de pago de las familias y las prácticas de selección de los alumnos por parte de los colegios privados son factores preponderantes de acceso a educación de calidad, arguye Ramond. Por lo tanto, este artículo invita a preguntarnos cómo las especificidades del contexto chileno influencian la relación entre la tenencia de la vivienda y las desigualdades de oportunidad educativa.
Quentin Ramond & Marco Oberti (2020) Housing tenure and educational opportunity in the Paris metropolitan area, Housing Studies, DOI: 10.1080/02673037.2020.1845304
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