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Publicado por Agencia EFE

Tras el histórico plebiscito donde Chile decidió por un 78,2 % de los votos reemplazar la actual Constitución, heredada de la dictadura militar, partidos políticos, movimientos sociales y expertos empezaron a mover fichas de cara a las elecciones constituyentes del próximo 11 de abril.

El organismo elegido para escribir la nueva Carta Magna, con el 78,9 % de los votos, fue una convención constitucional, integrada por 155 miembros y con paridad de género, algo inédito en el mundo.

El desafío ahora está en elegir a las personas adecuadas para que el nuevo texto sea del agrado de todos y pueda ser ratificado en otro referéndum en 2022 para su entrada en vigor.

Desde la semana pasada, los teléfonos no paran de sonar, se suceden las reuniones y en los medios locales hay un baile de nombres de posibles constituyentes.

Para la directora de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Chile, Claudia Heiss, el hecho de que la convección constitucional se impusiera con tanta diferencia sobre la otra opción, un órgano de ciudadanos electos y parlamentarios en ejercicio, revela la «gran demanda» por figuras independientes y «el rechazo a un sistema político percibido como excluyente».

Por independientes, agregó a Efe, se entienden «personas vinculadas a las bases sociales y que conocen los territorios», algo «crucial» en un país que peca por su centralismo y donde a menudo se acusa a las élites de mirar solo a Santiago.

Conscientes de la desafección que la ciudadanía tiene hacia la política tradicional, los partidos negocian contrarreloj ceder espacio a expertos en sus listas, aunque ya hay muchos cargos públicos que están dejando sus puestos para apuntarse a la carrera constituyente, que oficialmente comienza el 11 enero con la inscripción de los candidatos.

Según una encuesta de Ipsos y Espacio Público, quienes generan menos confianza para ser constituyentes son personas «con trayectoria política y/o experiencia en cargos públicos» (52 %) y «personas conocidas, como actores, músicos o rostros de televisión» (42 %).

El sondeo arroja además que el perfil que despierta más entusiasmo es «un experto en temas constitucionales» (53 %), seguido de profesionales «destacados», como médicos o ingenieros (38 %).

«Lo deseable es una combinación virtuosa entre política con experiencia, ciudadanos de a pie y expertos. A veces son mejores las militancias explícitas que una supuesta neutralidad», alertó por su parte a Efe el director del think-tank Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Claudio Alvarado.

«MOVILIZACIÓN PARALELA»

En 200 años de independencia, Chile ha tenido solo tres constituciones (1833, 1925 y 1980), con lo que esta sería la cuarta, pero la primera redactada por una convención ciudadana elegida en votación popular.

Este proceso constituyente emanó además de las calles, pues la derogación de la actual Carta Magna, cuestionada por otorgarle al Estado un rol secundario en la provisión de servicios básicos, fue una de las reivindicaciones en las manifestaciones de 2019, las más multitudinarias desde el retorno a la democracia.

«La movilización va a ser un elemento indispensable en el proceso constituyente. Debe ser permanente, como ocurrió con el retiro (anticipado) del 10 % de las pensiones», dijo a Efe María Angélica Ojeda, dirigente del Colegio de Profesores de Chile y miembro del movimiento contra el sistema de pensiones No+AFP.

«Es la única forma de que las cosas salgan como la ciudadanía quiere», agregó la activista, oriunda de la Región de Antofagasta (norte) y quien sopesa ser candidata.

El Parlamento chileno está debatiendo además la posibilidad de reservar espacios específicos para los pueblos indígenas, que representan cerca del 13 % de la población y nunca han sido reconocidos constitucionalmente.

«Que estemos todos le dará mucha riqueza a este espacio. La relación con la naturaleza de los indígenas es totalmente distinta al extractivismo capitalista que tenemos en Chile», declaró a Efe Hortensia Hidalgo, aymara y experta en Derechos Humanos y Cooperación Internacional.

Los constituyentes tendrán hasta un año para escribir el nuevo texto, un proceso que se solapará con un ristra de elecciones, entre ellas las presidenciales de noviembre, por lo que Heiss recomienda a la convención mantener un «vínculo permanente» con la ciudadanía para no cegarse con las infinitas campañas electorales.

Alvarado considera que el gran reto de los constituyentes es acabar con la polarización política y generar «un clima orientado a buscar grandes acuerdos», de tal forma que el nuevo texto pueda ayudar a curar las heridas abiertas en la crisis social.

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