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[PRENSA] Académica Emmanuelle Barozet: «Para ver realmente si esto la gente lo toma como un momento constituyente profundo, nos falta ver las elecciones del 11 de abril del 2021»

Universidad de Chile

Como analiza post plebiscito la académica de la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora COES, «va a costar bastante construir confianzas hacia los nuevos candidatos», considerando el escenario de descrédito de las instituciones y los partidos políticos. Ante esto, advierte, «la sensación que tenemos es que muchos saben que este es un momento importante, pero va a depender de que nadie secuestre el proceso, de que todos los actores participen de verdad, y que sobre todo, que se mantengan la simetría de las voces». Pero no solo eso: también será crucial, «que se logran diseñar sistemas participativos que logran recoger las voces de la calle».

La desigualdad, la estratificación y las clases medias son parte de los temas de investigación de la socióloga y profesora de la Facultad de Ciencias Sociales, Emmanuelle Barozet; mismos que desde diferentes aproximaciones, miradas, tópicos y áreas del quehacer social han estado más que nunca en la primera línea de la agenda nacional desde el 18 de octubre en adelante.

En un escenario gestado luego del estallido –proceso que “está completamente abierto”- y atravesado luego por la pandemia, la académica ha continuado ahondando en estos temas a partir de diferentes investigaciones. Una de ellas es un proyecto desarrollado junto al profesor de la U. de Los Lagos, Óscar Mac-Clure, a partir del cual están desarrollando entrevistas a personas de distintos estratos socioeconómicos para ver cómo entienden la desigualdad y su posición en la sociedad, pre y post estallido. A este estudio se suma el proyecto COES “Escucha Activa”, dedicado a análisis deliberativo.

“En mayo y junio vimos un repliegue muy fuerte de las personas en relación con la situación política nacional, cuando estábamos en la peor parte de la pandemia (…) pero en la medida que avanzamos hacia agosto y septiembre, y a inicios de la campaña por el plebiscito, vimos volver cierto interés”, señala la también investigadora principal de la línea Conflicto Político y Social del COES, análisis se condice con el resultado obtenido en el plebiscito de este 25 de octubre.

«Chile parte con una primera ventaja que es que por ahora no se está restando ningún sector político de lo que está pasando, que es distinto a lo que ha pasado en otros países; por lo tanto, es un proceso nacional», destaca la académica junto a la idea de que «hasta el momento el proceso no ha sido confiscado con nadie, ni por la elite económica ni por una elite política ni tampoco por ciudadanos maximalistas».

Respecto a la legitimidad del proceso en curso, advierte también la experta, «va a depender de que nadie secuestre el proceso, de que todos los actores participen de verdad, y que sobre todo, que se mantengan la simetría de las voces. Que se logran diseñar sistemas participativos que logran recoger las voces de la calle, tal como lo hicieron los cabildos espontáneos post octubre del 2018″. Si hay un proceso participativo que acompañe la Convención Constituyente,  añadió, «la verdad es que sí la gente podría verlo como un momento constituyente profundo. Creo que para ver realmente si esto la gente lo toma como un momento constituyente profundo, nos falta ver las elecciones del 11 de abril del 2021″.

El resultado del domingo fue contundente. Se condice con lo esperado por instrumentos como el ELSOC. Aun así, no deja de sorprender. ¿Qué fue lo que sintió cuando comenzó el conteo?

Obviamente fue una sorpresa para muchos. Claro, los datos de ELSOC andan por ahí, señalando un 80 por ciento a favor, pero hay que recordar que el cuestionario fue aplicado entre noviembre y marzo, entonces es la foto del momento pre pandemia. Había muchas dudas hasta qué punto la pandemia iba a moderar el entusiasmo y las ganas de la gente de cambiar las cosas, pero aparentemente se mantuvo. Además, era muy difícil hacer previsiones porque un referéndum constitucional en pandemia entiendo que no hay en ninguna parte, entonces tampoco había parámetros para saber cuánto iba a bajar la participación.

Estudio Longitudinal Social de Chile

El evento tuvo la mayor participación desde que hay voto voluntario. ¿Cómo se puede interpretar este punto en relación, por ejemplo, que el voto no iba a nombre de nadie, sino que sobre un proceso?

Bueno hay una mística mayor en este tipo de proceso que en cualquier elección con lista y con nombres. Lo que hay que evaluar ahora es la gente que no fue a votar, quiénes son, y hasta qué punto habrá participación, por ejemplo, en la elección de abril del 2021. Sabemos que el plebiscito de salida la votación es obligatoria, entonces ahí deberíamos tener obviamente una muy alta participación.

Pienso en lo que señalaba el cientista político Juan Pablo Luna en una columna, destacando que, claro, la parte “fácil” fue la de ayer. Ahora, recuperar parte de la confianza ciudadana, definir buenos candidatos, no presidencializar en debate –que lamentablemente ya partió-, asegurar mecanismos de participación; ahora efectivamente viene una parte más compleja en términos de vencer la desconfianza de los ciudadanos y encausar esto hacia propuestas diversas y que acojan a todas las opciones posibles.

En relación a la confianza en torno a la institucionalidad tanto global como partidaria, ganó también por amplia mayoría la convención constitucional. ¿Cómo dialogan ambos puntos?

Primero, dialoga con la desconfianza hacia la clase política. Está claro que realmente una minoría de los votantes pensaba que la opción mixta era la mejor. Hay una desconfianza hacia los partidos políticos, pero también de la complejidad de que también se necesitan a los partidos políticos para articular las demandas, pero sí o sí va a venir una necesidad de renovación porque si la asamblea va a estar constituida por la mitad de mujeres, incluso los partidos van a tener que hacer una renovación fuerte de sus candidaturas.

La dificultad ahora va a ser cómo financiar las campañas de los independientes independientes, no los que van por escaños de los partidos políticos. La buena noticia es que a pesar de la cantidad de dinero invertida, por ejemplo, en el rechazo, no pesó tanto en el resultado del plebiscito; pero podría ser distinto cuando empezamos a votar por personas y listas específicas.

Construir esas confianzas hacia los nuevos candidatos va a costar bastante, y sabemos que los movimientos horizontales como el que hemos visto con las protestas en Chile, y con los chalecos amarillos en Francia o en Argelia o el Líbano, tienen muchas dificultad para levantar candidaturas. Pero también sabemos que levantar candidaturas para constituyente es un pie forzado, que es distinto al caso de los chalecos amarillos, donde les costó demasiado levantar candidatos para municipales, regionales o parlamentarias y no lo lograron. 

Usted estudia las desigualdades. Las conclusiones que han ido desarrollando en los últimos años, ¿se condicen con las demandas que pudimos ver en las calles desde octubre en adelante?

Sí, completamente. Esas demandas se fueron acumulando a lo largo del tiempo, el tema es que el sistema político no las pudo procesar. Sabemos que Chile es un país desigual, lo ha sido históricamente. No son los años ’70 y ’80 que inventan la desigualdad en este país, sino que está mucho más arraigada históricamente, y sabemos que tenemos mucha desigualdad de todo tipo: de ingreso, de acceso a servicios, de educación, entre sexos, entre territorios y eso había sido ampliamente documentado por todos los cientistas sociales. No era ninguna sorpresa en ese sentido; pero también hay que recordar que todas estas desigualdades se habían vuelto a agudizar a partir del 2014, con la baja del precio del cobre, posteriormente con la guerra comercial entre EE.UU. y China, la baja en los precios de los commodities y lo que eso significa para los chilenos, el aumento de los precios de todos los bienes básicos y arriendos, entonces había un estrés sobre las familias que era bastante conocido.

También el tema del alto endeudamiento de las familias chilenas había sido documentado mucho antes del estallido. El tema es que ya se estaba acabando la bicicleta, porque en ese contexto de freno a la economía no había dónde endeudarse más, pero sí, hay una relación muy directa entre todo lo que se había señalado sobre el estado de la desigualdad y la amplitud de las manifestaciones del estallido del 18 de octubre. Por lo demás, estas desigualdades van a ser agudizadas por la pandemia posteriormente. Por lo tanto, la situación no ha mejorado en nada, y al contrario ha empeorado.

Ahondando en el tema de la desconfianza, usted ha escrito y trabajado el tema de la corrupción. ¿Cómo el derrumbe del mito de Chile como un país sin esas prácticas también influye en todo esto?

Esto efectivamente para Chile fue algo nuevo en el 2015, cuando estallan paralelamente el caso CAVAL, PENTA y SQM, que mancharon a todo el espectro político. Hasta ese momento, Chile y su elite política y económica se pensaba honesta, entonces, fue despertar con una resaca muy fuerte porque Chile no era muy distinto de los países de la región. Después de eso, además, vino el escándalo de la iglesia de pedofilia. Recordemos todos los problemas que tuvo el papa cuando vino a Chile en el 2018. Después se nos vino el escándalo del Ejército y Carabineros.

El problema es que fue todo muy rápido y que afectó al conjunto de las instituciones chilenas, entonces el nivel de confianza que tenemos está bajísimo, y eso efectivamente es un problema porque tiende a agudizar la sensación de “nosotros, el pueblo” contra la elite. Hay una crisis de representación, de que la clase política no representaba al pueblo, pero además de esto, después el 2015 se agregó que se enriquecían a costa del pueblo, y aún no hemos salido de esto. Estamos viendo que la legislación chilena sigue permitiendo perdonazos como el de Ponce Lerou. La gente tiene muy claro que a él se le está que perdonando delitos muy graves y que a ellos se les va a pedir devolver los 500 mil pesos de la poca ayuda que hubo a las clases medias durante la pandemia, entonces eso efectivamente erosiona la democracia, una democracia representativa que ya venía erosionada.

En relación a lo mismo, se ha estudiado mucho en torno a “la ficción” de la clase media. ¿Cómo leer este concepto a la luz del estallido?

Lo interesante es que Chile apostó en sus 30 años de desarrollo después del final de la dictadura en el relato de la meritocracia, y  efectivamente, como mucha gente salió de la pobreza, esa idea de que a través de esfuerzo y estudio se podía conseguir un mejor estatus caló hondo en la sociedad chilena en general. El problema es que siempre supimos que esos grupos que emergían de la pobreza pasaban a engrosar los sectores populares, y pocos pasan a ser realmente parte de una clase media más estable. Además, mucho de esta mejora del estándar de vida se debía al endeudamiento, entonces cuando llegamos al 18 de octubre del año pasado, en realidad lo que se revela es que el sufrimiento que vivían muchas personas que se consideraban de clase media, que les costaba cada vez más llegar a fin de mes, y eso se había agudizado en los últimos años y meses por el precio de la vida en general.

Entonces, cuando viene el estallido en realidad hay una toma de conciencia de que no era un tema privado sino que era un tema del conjunto de la sociedad y de todos los mecanismos de explotación que existen en la clase media. Esa noción de clase media que sirvió como relato para dar cuenta de la superación de la pobreza, no logró asentar un grupo con ciertas garantías sociales, sino que todo costaba, y después de una vida de trabajo, igual uno se encontraba en la miseria, entonces yo creo que por eso también el tema de las pensiones fue tan relevante en el estallido. La gente se dio cuenta que ser de clase media era algo que te duraba hasta que tenías trabajo.

¿Algo que no debamos olvidar en este momento post 25 de octubre?

En retrospectiva, hay que volver a acentuar el rol de varios actores para que llegáramos a este punto. Obviamente los liceanos y escolares en el 2006, los estudiantes en el 2011, las feministas, No + AFP, pero también hay actores que hemos olvidado un poco en el camino como el Marca AC. Ellos fueron los primeros que partieron con el tema de la constituyente por ahí por el 2013. También hay que destacar a la Red de Politólogas que permitieron que el tema de la paridad pudiera ser instalado. Creo que hay que relevar toda esta historia atrás.

Revisa la entrevista publicada por la Universidad de Chile aquí.

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