El Estudio Longitudinal Social de Chile, que ha recopilado datos desde 2016, se ha hecho entrevistando durante cuatro años a las mismas personas, con el fin de medir los cambios de sus percepciones en diferentes temas a través del tiempo.
Roberto González, investigador de COES de la línea Interacciones Grupales e Individuales, señala que la última ola del estudio se llevó a cabo desde el 20 de noviembre de 2019, por lo que «todos lo datos que recolectamos el 2019 vienen a representar información que viene después del estallido social», sostiene el académico.
Respecto al próximo proceso constituyente, el estallido social fue clave, ya que «hizo visible que las personas querían un cambio, a pesar de saber que no estaban seguras de que esto es posible. Lo que la gente quiere esta constitución sea construida a partir de una convención constituyente íntegramente por la población. De hecho, esa es la postura que nuestros datos muestran como mayoritaria», aclara el investigador.
Por otra parte, uno de los resultados más notables del estudio refiere a la justificación de la violencia, tema sobre el cual González puntualiza que «la población le da baja legitimidad al uso de la violencia como herramienta de cambio social. Sin embargo, eso no significa que no haya un porcentaje importante que la justifica aveces o muchas veces. Entre un 15% y un 17%, por ejemplo, justifican que las personas dañen bienes y propiedades de los barrios en que uno vive, o que dañen inmobiliario público», señala González.
Además, respecto a las causas del estallido social que se pueden analizar en el estudio, el investigador apunta a «la desconfianza al sistema político, en la Iglesia, las empresas y otras instituciones que daban el «piso» para sentirse parte de la sociedad», como una de las razones que movilizaron a la gente.
«La corrupción, los delitos de las organizaciones públicas y privadas van afectando las bases que nos da esta cohesión, y los datos del estudio dan cuenta de la desafección de las personas con el sistema político. Aún así, hay un incremento en el porcentaje de gente que prefiere al sistema democrático por sobre otras formas de Gobierno, subiendo después del estallido de un 47% a casi un 60% de apoyo al sistema democrático frente a un Gobierno más autoritario», añade el investigador.