Publicado en El Mercurio
Comunas como Puente Alto o San Bernardo tendrían mayores dificultades para acatar la norma sanitaria, al no poder acceder fácilmente al teletrabajo. Expertos apuntan a políticas de mayor apoyo económico.
Una de las razones esgrimidas para explicar el fuerte incremento de contagios de covid-19 en los últimos días, además del aumento de testeos o debilidades de la estrategia anticoronavirus, es que las cuarentenas y otras recomendaciones de aislamiento social no se están respetando a cabalidad. Así, el alza de positivos —que ayer sumaron un récord de 1.533 personas— generó que se intensificaran los resguardos y se sumaran más comunas al confinamiento.
Sin embargo, el cumplimiento de la medida provoca dificultades que no solo se relacionan con la voluntad individual, sino que con elementos socioeconómicos que complican el poder acatarla.
En aquellos factores profundiza un análisis del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus) de la Universidad Católica, basado en los resultados de su Encuesta de Percepción del Desarrollo Urbano Sustentable —aplicada a 401 hogares del Gran Santiago el año pasado—, que indica cuáles serían los sectores más afectados por la crisis sanitaria debido a la precariedad laboral de sus habitantes.
Vulnerabilidad
El estudio representa a cinco zonas de la capital en base a tres variables: densidad por manzana, porcentaje de profesionales por manzana y distancia a centros de trabajo.
Así, la zona “1” son áreas de alta densidad y concentración de profesionales, como Las Condes; mientras que las zonas “4” y “5” son áreas periféricas de alta densidad pero baja concentración de profesionales, principalmente en el sur y poniente, con comunas como Puente Alto, Cerro Navia o San Bernardo.
“En el contexto covid-19 se dificulta la asistencia al trabajo y en muchos casos no es posible la adopción del teletrabajo, lo que hace peligrar dichos empleos en un mediano plazo, situación que se acentúa con la falta de contrato. Para trabajadores por cuenta propia, como vendedores ambulantes o jardineros, la situación se torna aún más complicada porque el sustento se consigue por día trabajado y al no poder hacerlo dejan de recibir ingresos”, plantea el estudio.
Johannes Rhener, su investigador principal, describe que la crisis genera efectos relacionados “con la condición socioeconómica de las comunas respectivas y el tema del tipo de empleo tiene una importancia muy fuerte sobre cómo estas áreas de la ciudad pueden resistir la situación que estamos viviendo”.
Coincide su coinvestigadora María Inés Ramírez: “Las cinco zonas que muestra el análisis son condiciones de la ciudad que han estado siempre, pero que con la crisis se agudizan”.
Emmanuelle Barozet, académica de Sociología de la U. de Chile, dice que “hay sectores en los cuales se puede teletrabajar, quedarse en la casa y no enfrentar una merma en los ingresos tan brutal, versus otros grupos que tienen que salir para ganar sus recursos día a día y por lo tanto en medidas como cuarentena tendrán más dificultades”.
A juicio de Érika Retamal, directora del Departamento de Salud Pública de la U. de Talca, “al inicio la enfermedad se presentó en zonas de mayores recursos y el temor era que se propagara a la población que no iba a tener las condiciones para sobrellevar las cuarentenas porque no tienen la posibilidad de cumplirlas”.
Natalia Burattini, experta en Salud Pública de la U. Diego Portales, apunta a que en estos grupos más vulnerables “se dan situaciones de hacinamiento y otras precariedades, incluyendo educativas, que están relacionadas con mayor prevalencia de enfermedades crónicas”.
Políticas públicas
¿Cómo abordar esto? Ramírez reflexiona que se debe “asegurar que la gente pueda vivir. Que los ingresos de emergencia sean proporcionales al costo de vida”. Eso sí, plantea, “la solución de largo plazo va más allá, con cambiar el cómo están planificadas las ciudades; muchos trabajan más lejos de sus casas, de la periferia a zonas de mayor renta; entonces, hay que evitar este fenómeno”.
Para Claudia Mora, académica de Humanidades de la U. Mayor, más allá de los bonos, se requiere de “una visión de apoyo estatal más serio. Necesitamos una solución a la crisis sanitaria, pero eso no puede suceder sin un mayor apoyo económico”.
Retamal sostiene que establecer cuarentenas debe ir de la mano “con una política pública económica que favorezca a estas personas, que les facilite el poder cumplir con la medida”.