Publicado en Paula
También conocida como generación del milenio o milénica, este grupo, que comprende a los nacidos en los ochenta y principios de los noventa, ha motivado muchos artículos e investigaciones alrededor del mundo. Aunque sus características varían de una región a otra, dependiendo de las condiciones sociales y económicas, se trata de una generación que ha estado generalmente marcada por un mayor uso y familiaridad con el acceso a la información, los medios de comunicación y las tecnologías digitales.
Además, creció en una época de prosperidad y forman parte de la considerada generación chilena mejor “formada”: muchos tienen estudios superiores y hablan más de un idioma. ¿Pero qué les pasará con este golpe ahora que están justo pasando a la adultez? ¿Serán los millennials una generación marcada por las crisis?
El español Pablo Mondragón, antropólogo social y fundador de Antropología 2.0, quien además es millennial, dijo en un artículo publicado por La Vanguardia a propósito de la pandemia que no hablaría de una generación marcada por las crisis, sino por la incertidumbre. “Lo específico de esta generación es que hemos vivido el nacimiento y asentamiento de internet y la paradoja del conocimiento: estamos todos conectados, generamos más conocimiento y más rápido, y eso hace que todo cambie tan de prisa que no sabemos cómo serán en diez años los trabajos, ni las relaciones, ni el consumo. Eso nos ha obligado a vivir en la incertidumbre”.
El académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica e investigador de COES, Patricio Cumsille, cree que esto se refleja en su capacidad de adaptación. “Hay un concepto que se llama adultez emergente que se ha planteado como una nueva etapa del desarrollo entre la adolescencia y la adultez, donde la adultez tradicionalmente se caracterizaba por asumir ciertas tareas como el trabajo, el compromiso con una pareja y la parentalidad. Lo que se hizo en sociedades industriales y en ciertos segmentos de la población –sobre todo aquellos que han tenido más acceso a una serie de privilegios en términos económicos y de educación– es que se ha postergado el asumir esos roles”. En ese sentido, la incertidumbre podría ser vista como un beneficio en esta oportunidad, ya que al ser una generación que se ha demorado en asumir este tipo de compromisos, han podido enfrentar la crisis de mejor manera porque no tienen grandes responsabilidades.
Es más, según la socióloga María Elena Castillo, la crisis puede ser un impulso para que sigan retrasando ese tipo de decisiones. “Frente a la pandemia, jóvenes que ya venían cuestionándose respecto de la posibilidad de tener hijos en un mundo que los llenaba de incertidumbre terminan de confirmar sus convicciones cuando aparece un virus que deja todo paralizado y ante el cual nadie sabe muy bien qué hacer”.
Lo mismo que ocurre con el trabajo. Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, muchos de estos jóvenes millennials no tenían trabajos estables antes de la pandemia. En 2019, 1,5 millones de trabajadores independientes entraban en esta categoría etaria y argumentaron que ejercen sus actividades ya sea con boleta de honorarios o de manera informal, motivados por una mayor libertad, mejor relación de ingreso versus tiempo, y/o desarrollo de emprendimientos propio.
“Están acostumbrados a la inestabilidad, de modo que puede que ahora empeoren un poco, que se agudice su situación y tengan que adaptarse de nuevo, pero no será nada desconocido para ellos que ya han probado que tienen esa flexibilidad”, agrega Castillo.
Un ejercicio de adaptación que supone que la incertidumbre y la inestabilidad forman parte del acervo existencial de los millennials. “No es que nuestras expectativas de vida sean peores que las de nuestros padres, es que no tenemos expectativas; no somos capaces de tenerlas porque el entorno es muy volátil”, agregó Mondragón en su artículo.
Ahí mismo también hace alusión al término de la idea del ascensor social y de progreso generacional que tenían nuestros padres. Pero para Patricio Cumsille en Chile esto está muy determinado por tu nivel socioeconómico y cultural. “No creo que se pueda generalizar. Hay un grupo importante de jóvenes que son primera generación estudiando en la universidad y que vienen de familias de mucho esfuerzo para los cuales aun si es importante hablar de movilidad social aunque suene anticuado. Y hay otro grupo, quizás mayoritario, para el que la idea de ascenso social no es relevante”.
Finalmente tiene que ver con un desarrollo de identidad que es diferente. “A pesar de que muchos de ellos han tenido más acceso a educación y conocimiento que sus padres, sus expectativas de vida, no solo en términos económicos y laborales, suelen ser menores. Y esto se explica porque hay un cambio de paradigma. Las metas de los millennials no son iguales a las nuestras. Ellos están dispuestos a trabajar en cualquier cosa con el objetivo de no perder otros valores como la libertad. Y esta crisis no hizo más que reafirmarles su opción. En este momento no sé si vale la pena tener tantas expectativas porque lo que prevalece es la incertidumbre y cuando eso pasa, más que un proyecto de vida, lo que necesitamos es capacidad de adaptación, algo que esta generación tiene de sobra”, concluye Castillo.