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[PRENSA] Escépticos vs. alarmistas: Cómo una crisis radicaliza las visiones

Publicado en La Segunda

El constante flujo de información sobre el coronavirus, a veces desde fuentes poco confiables, empuja a muchos a reacciones extremas.

Según repasó el Washington Post, desde fines de enero y esta semana, se podría escribir un libro sobre cómo el discurso de Donald Trump respecto del coronavirus fue evolucionando. Pasó de ser un presidente que declaraba tener la pandemia “bajo total control” a estar “fuera de control”.

Un carrusel que tal vez resume las dos posturas radicales que se han visto frente a la crisis epidemiológica.

Los alarmistas, que hablan de que esta crisis recién empieza, que hay que comprar provisiones, sin salir a la calle. Y los escépticos, que hablan de exageración y tratan de seguir con sus vidas normales. Incluso apuntando a teorías de la conspiración. Audios, imágenes y mensajes de dudosa procedencia que circulan por las redes sociales no hacen más que separar aún más ambos polos.

“Este virus nos encontró en plena crisis de confianza. La gente sospecha de las instituciones y sus líderes”, dice Susana Sierra, especialista en estrategia e integridad corporativa.

El Yin y el Yang

“En las crisis suele haber un tránsito de un extremo a otro”, agrega Sierra, directora ejecutiva de BH Compliance y vicepresidenta de Chile Transparente. “En un inicio hubo mucho escepticismo, porque veíamos esto muy lejano, pero todo cambió cuando aumentaron los casos de contagiados. Y eso no solo le ocurrió a la población general, sino que a la mayoría de los líderes occidentes”.

“Aunque parecen contrapuestas, ambas son reacciones naturales frente al estrés”, sostiene Andrés Freudenberg, experto en desarrollo de liderazgo organizacional y capital humano. “Frente a la amenaza, al miedo y la incertidumbre, las personas en forma instintiva reaccionamos para huir o pelear, es decir, o exageramos para defendernos, o evadimos y somos indiferentes”.

Freudenberg, máster en Dirección de Recursos hHumanos, explica que las dos actitudes conllevan un riesgo. “Los alarmistas toman acciones sobrerreaccionadas, como acaparar, que son un poco egoístas porque apuntan solo a protegerme a mí, pero ponen en riesgo lo comunitario. Y están los otros, los que minimizan, se evaden. ‘No, no va pasar nada’, dicen. Esa también es una estructura de protección e incluso hacen chistes. Pero si sigo en mi zona de comodidad, haciendo lo mismo, esa también es una actitud antisocial que pone en riesgo a los demás”.

Como ejemplo, mientras las grandes cadenas de supermercados deben comenzar a racionar el consumo por persona, son varios los casos de infectados que por no tomar las precauciones terminaron contagiando a decenas más.

“Como sociedad conjunta, la medida y gestión más importante es dejar de pensar en forma individual, y unirnos para actuar de forma colectiva”, agrega Sierra.

El rol de los medios y las autoridades

Los expertos coinciden en que el flujo comunicacional es más relevante que nunca. “Hay que trabajar con datos confirmados. La evidencia repetida hace que nuestra reacción, que es más instintiva, emocional, empiece a filtrarse y pueda tomar acciones más racionales”, opina Freudenberg. “Pero para eso los medios y el Gobierno tienen que ser consistentes con la entrega de su mensaje”.

Más allá de lo paradójico, el comportamiento de ciertos líderes incluso roza en lo peligroso. Como Jair Bolsonaro, quien un día dijo que Brasil le estaba “ganando por goleada” al virus, y al otro declaró cierre de fronteras. O en México, donde la gente ve por televisión cómo la crisis se extiende, mientras el presidente López Obrador declara que el coronavirus “no nos hará nada”, acusando a la prensa y sus opositores de exagerar la amenaza y hasta ofrece “refugio” a los infectados.

En Estados Unidos, la inicial tendencia al negacionismo de Trump —y reforzada por Fox News, cadena que recién la semana pasada empezó a cambiar su discurso— ha dejado a parte de su población convencida de que la pandemia “no es más que un complot de la prensa o de los liberales para sacar al Presidente”, como señaló el mismo Washington Post. El diario recalcó que en ciertos sectores del país se sigue abogando por continuar con las rutinas diarias.

“Las crisis plantean dilemas respecto al manejo de la información”, sostiene Claudia Heiss, académica de la Universidad de Chile. “Por un lado, es normal que las autoridades busquen controlar las noticias para que el pánico no empeore la situación. Por el otro, la falta de información puede generar sospechas de que esta está siendo manipulada por las autoridades, y abrir así más espacio a fuentes alternativas, a veces de dudosa credibilidad”.

“El control de la prensa se ha usado para proteger de la crítica ciudadana a quienes están en el poder”, explica Heiss. “Las fake news se combaten con información accesible, y de fuentes conocidas”.

Freudenberg también aboga por la responsabilidad personal. “Tenemos que hacer análisis crítico, de discriminar, de reflexionar un poco más y de conversar con otras personas para tomar una opinión”.

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