En este estudio, Hugo Romero-Toledo, investigador COES y de la Universidad Austral, junto con Felipe Castro y Yerko García, ambos de la Universidad Católica de Temuco, exponen los múltiples conflictos que surgen por el extractivismo en relación con el uso del agua en territorios rurales ancestrales. Los autores indican que este problema impacta directamente a las comunidades indígenas en Chile. Por un lado, al pueblo aymara, más que nada por la producción minera en el norte. Por otro, al pueblo mapuche, especialmente por la producción forestal y la generación de energía hidroeléctrica en el sur. Los resultados de este estudio se encuentran en el capítulo: “Agua, extractivismo y etno-territorialidades: los aymara y los mapuche en Chile”, en el libro Agua y disputas territoriales en Chile y Colombia. El libro fue editado por el investigador COES y Astrid Ulloa, investigadora de la Universidad Nacional de Colombia. Cabe precisar que esta investigación se enmarca en el Fondecyt de iniciación Nº11140265, «Análisis de las transformaciones y conflictos socio-ambientales del Norte Grande: Agua, Minería, Paisajes y Comunidades Aymaras (2014-2017)», a cargo de Hugo Romero-Toledo.
Una de las ideas centrales del capítulo, es que la implementación del neoliberalismo trajo consigo la privatización de los recursos naturales, especialmente el agua, y con ello, su concentración y aparacamiento por parte de grandes y medianas empresas. Las consecuencias de este proceso se resumen en la “destrucción creativa” del bienestar de las comunidades indígenas debido a la transformación de sus territorios. En lo específico, por un lado, la implementación de políticas neoliberales ha generado la desposesión de los recursos naturales de las comunidades indígenas. Por otro lado, estas políticas se han traducido en oportunidades de reconocimiento y compensación para los pueblos indígenas, tanto por parte del Estado como de las empresas privadas, pero descontextualizándolos y sin entender la profundidad de sus demandas. La contradicción está en que, mientras algunas políticas públicas apoyan y potencian el extractivismo como actividad económica, otras políticas protegen y promueven el desarrollo de los pueblos indígenas, por ejemplo, apoyando procesos de rescates de culturales y emprendimientos etno-turísticos, en los mismos territorios en conflicto.
Esta investigación se centra en dos de los conflictos que han afectado a los pueblos indígenas en Chile, a partir de la extracción del recurso del agua. Así, la producción minera impacta directamente al pueblo aymara (y a quechuas y likan-antai) en el norte, mientras que la producción forestal e hidroeléctrica impacta a los mapuche en el sur del país. El estudio da cuenta de cómo mediante el intento de dar una solución gubernamental a dichas problemáticas, se han producido dinámicas de “negociación/conflicto” desde la década de 1990, que incluyen, entre otros hitos, la promulgación de Ley Indígena y la creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI). Desde ese entonces, han emergido una serie de nuevas territorialidades, que desafían el proyecto político-ecológico del neoliberalismo chileno y pugnan por un espacio en el sistema político, basándose en el reconocimiento de su diferencia, con respecto a la sociedad chilena. En este contexto, distintos pueblos indígenas han seguido el repertorio de solicitar la certificación indígena e inscribir sus comunidades en CONADI, mientras otros han optado por activar organizaciones político-territoriales ancestrales como los ayllu aymaras, o lof mapuche, en el marco de luchas actuales de carácter ambiental, político y cultural, donde los conflictos socioambientales tienen un rol fundamental, especialmente los relacionados con el agua.
Para entender un poco mejor la problemática, resulta pertinente volver un poco atrás en el tiempo, y esbozar algunos antecedentes. Es relevante precisar, por ejemplo, que con la creación del Código de Aguas en 1981 se formaron los derechos agua, los cuales fueron separados de la propiedad de la tierra —algo por lo demás impensable en la cosmovisión de los pueblos indígenas. De esta forma, el acaparamiento y sobreexplotación del agua deja de tratarse solo de un daño ambiental, sino que también es sociocultural, y tiene estrecha relación con la posibilidad de los pueblos indígenas de poder perpetuar la cultura y los territorios. En palabras de Hugo Romero-Toledo, gracias a ese hito “el agua se convirtió en una mercancía, transable con las leyes de la oferta y la demanda, sin importar su uso histórico ni su valor cultural, donde tú puedes tener los derechos de agua, pero no la tierra, o viceversa (…) En el desierto, al ser un recurso escaso, el agua se transforma en un negocio perfecto porque sube de precio y puedes transarla en un precio exorbitante”.
Precisamente desde la comodificación de los recursos hídricos ha emergido una “contradicción”: desde la propia lógica del neoliberalismo se les ha permitido a las comunidades indígenas “recuperar agua” vía compra en mercados de agua, y a través de CONADI. ¿Y qué hacen las comunidades con esa agua? La ocupan, la colectivizan y producen, lo que ha ido fortaleciendo sus organizaciones y su posición política en el territorio, explica el investigador COES.
Lo que ha sucedido, entonces, es que en respuesta a las transformaciones socioambientales radicales en los diferentes territorios, los pueblos indígenas se han politizado, adoptando distintas estrategias de resistencia cotidiana, donde la principal ha sido la de persistir. “Persisten. Persisten en su ocupación del territorio, persisten en sus prácticas productivas, persisten en sus prácticas culturales. La persistencia es central como resistencia”, explica Romero-Toledo. Dado que los conflictos presentan muchos componentes -lo urbano, lo rural, lo medioambiental, lo tradicional, lo moderno- es que no existe solamente una estrategia de resistencia, sino que se despliega un repertorio amplio. De acuerdo con lo que se señala en el estudio, estos repertorios de acción integran elementos de ancestralidad, patrones históricos de localización y formas actuales de organización y lucha. Precisamente desde esa multiplicidad se responde a las transformaciones territoriales. En la práctica, los espacios de acción varían y van desde la vía institucional —por ejemplo, a través de la representación de alcaldes mapuche— hasta las acciones de protesta violenta que realizan los órganos de resistencia territorial.
Los conflictos tratados en esta investigación no se reducen a la mera extracción del agua en un lugar contiguo a una comunidad. No son conflictos locales, son conflictos territoriales, porque se desarrollan en espacios mucho más amplios y a veces a cientos de kilómetros de un sitio de extracción. Por lo tanto, la complejidad de su abordaje radica en tratar entender su impacto en las dinámicas actuales de la población indígena, por ejemplo, en el gran número de población que se autoidentifican como indígena y que vive en espacios urbanos, y que se han expresado en el contexto actual de profundización de la democracia. Para Romero-Toledo, las problemáticas estudiadas son delicadas porque “tienen que ver con el derecho de los pueblos indígenas a ejercer cierta soberanía sobre los territorios donde ancestralmente han vivido. Tienen que ver con una parte de la población que ha tenido que desplazarse hacia otros lugares, por ejemplo, hacia las ciudades. Tienen que ver con el futuro de los territorios frente a los proyectos de inversión y con la política pública. Tiene que ver con el derecho a decidir de los pueblos indígenas y las comunidades no indígenas sobre lo que ocurre en sus territorios. Tienen que ver con la democracia del territorio”.
Para concluir, resulta relevante vincular las dimensiones del conflicto entre el Estado chileno y los pueblos indígenas —en particular, el pueblo mapuche—, y el medioambiente, con la crisis actual que se vive en Chile. La evidencia de esta investigación da cuenta de que hay otro Chile que enfrenta una serie de problemáticas distintas a las de Santiago. Comunidades que no tienen la posibilidad de expresarse de la forma que hemos visto, a propósito del estallido social. “La situación del pueblo mapuche no se ha conversado en estos días de protesta, tampoco la situación de los territorios que están siendo afectados por el extractivismo”, denuncia Romero-Toledo y agrega que: “hay injusticias que son históricas, que se han reproducido a lo largo del tiempo, y que son sumamente críticas, que no podemos dejar de visualizar”.
Romero, H., Castro, F., García, Yerko (2018). Agua, extractivismo y etno-territorialidades: los aymara y los mapuche en Chile. En A. R. Ulloa, Agua y disputas territoriales en Chile y Colombia (págs. 1-542). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
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