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[PRENSA] El 58,4% de los hogares del país es de clase media-baja y vulnerable

Publicado en El Mercurio

El 42,5% de los hogares a nivel nacional se ubican en el segmento de la clase media-baja y el 15,9% en el de hogares vulnerables.

Estos segmentos comparten características que los hacen propensos a retroceder en su situación socioeconómica. La escolaridad de la clase media baja es de 9,6 años, y la de los vulnerables, de 8,9 años. Los subsidios del Estado solo aportan el 4% de los ingresos de la clase media-baja y el 13,4% de los vulnerables.

Tras el estallido social, la clase media ha estado en boca de todos. Se la sindica como el motor de las demandas y reivindicaciones que desembocaron en la crisis. El propio ministro de Hacienda, Ignacio Briones, la mencionó al asegurar que quienes pagarán el nuevo impuesto al patrimonio inmobiliario —las que tienen propiedades con avalúos fiscales que sumados superen los $400 millones— no son de clase media.

¿Quiénes son, entonces, la clase media en Chile? El país ni siquiera cuenta con una definición consensuada ni oficial para este segmento, pese a que seis de cada diez personas tienen ingresos que la ubican en ese grupo socioeconómico. Son una especie de “jamón del sándwich”, pues sus ingresos son insuficientes para costear el mejor nivel de vida al que aspiran y para responder a imprevistos laborales, de salud o vivienda; pero por otro lado, quedan excluidos de los programas de apoyo dirigidos a los segmentos pobres.

Si bien hay varias metodologías para aproximarse a este sector (ver recuadro), Libertad y Desarrollo (LyD) hizo este año un análisis basado en el modelo del Banco Mundial y la propuesta de 2014 de la Comisión para la Medición de la Pobreza.

A partir de esto identificó seis segmentos: en ambos extremos, los altos ingresos y la pobreza. Entre ellos ubicó a la clase media —subdividida en alta, media y baja— y bajo ella a un grupo vulnerable, que tiene ingresos mensuales por sobre la línea de la pobreza —$158.145 por persona, con datos de 2017— y hasta 1,5 veces este indicador.

La entidad estimó que la clase media se compone por los hogares con ingresos totales de entre 1,5 y 6 veces la línea de la pobreza de cada año. Para un hogar de cuatro personas y con valores a 2017 —el último año disponible—, el rango de ingresos mensuales va de $626.021 a $2.504.083.

Con los datos de la Encuesta Casen de 2017 y en base a esta propuesta, LyD determinó que el 65,4% de la población del país pertenece a la clase media. Un alza respecto del 43,2% que representaba en 2006, la que se explica por la reducción de las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad.

“No hay que perder de vista que hasta hace poco la preocupación principal en Chile era la pobreza y por eso los planes sociales apuntan a ese segmento. Que hoy el foco esté en la clase media responde al mérito de haber reducido la pobreza mucho más que otros países y eso dejó espacio para estos nuevos desafíos en torno a la clase media y evidenciando problemas y necesidades que no habían sido abordados”, dice la coordinadora del Programa Social de LyD, María Paz Arzola.

Cómo se divide la clase media

Que casi dos tercios de la población del país sean de clase media habla de un grupo muy heterogéneo, donde coexisten distintas realidades. Al subdividirlo, para LyD el 10,2% de los hogares del grupo quedan en el tramo de más alto ingreso que va de 4,5 a 6 veces la línea de la pobreza. ($1.878.062 a $2.504.083 por hogar de cuatro personas).

El grupo medio-medio, que corresponde al 26,7% de la clase media, tiene ingresos de entre 3 y 4,5 veces la línea de la pobreza.

El tercer subgrupo es el más numeroso, con el 63,1% del total, y corresponde al de ingresos familiares más bajos dentro de la clase media, los que llegan hasta $1.252.041, es decir, 3 veces la línea de pobreza, corregido por economías de escala de los hogares.

Respecto del total de hogares del país, la clase media-baja representa el 42,5% y se ubica como el grupo más extenso de la población, y es según María Paz Arzola, uno de los más susceptibles de perder su posición por los embates económicos derivados de la crisis social. Lo mismo sucede con la población vulnerable, que de acuerdo con la medición de LyD, representa el 15,9% de los hogares.

Así, en conjunto el 58,4% de los hogares del país corren más peligro de retroceder socioeconómicamente ante un evento inesperado como la cesantía o una enfermedad.

Este queda en evidencia también en las cifras de la OCDE, que estableció que Chile es el segundo país de la organización con la mayor probabilidad de que una persona del tercer quintil de ingresos, donde se ubica la clase media-media, retroceda al segundo, donde está la clase media-baja. Y a su vez, la probabilidad de que alguien del nivel vulnerable descienda al primer quintil, que corresponde a la pobreza, es del 25%.

El estudio “Radiografía del cambio social” del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) muestra que el 37% de un total de tres mil personas que la entidad pretende encuestar anualmente a lo largo de una década, presenta un patrón de movilidad en torno a la línea de la pobreza. En los tres primeros años de aplicación (2016-2018), un tercio ha transitado de una situación de pobreza a no pobreza y viceversa.

Clase media baja: 44% tiene una mujer como jefa de hogar y la escolaridad promedio es de 9,6 años

En un zoom a la clase media–baja, se identifica que, en promedio, los hogares se componen de 3,1 personas, con 1,3 ocupadas. En el segmento vulnerable la composición es de 3,4 personas con solo una ocupada.

El número de mujeres jefas de hogar se incrementa en el nivel vulnerable respecto de la clase media-baja, pues mientras en el primero es el 46%, en la segunda es el 44% del total.

La edad promedio del jefe de hogar en la clase media-baja es de 55,2 años, indicador que baja a 52 años en el segmento vulnerable.

La relativa baja escolaridad de los jefes de hogar de la clase media-baja, con 9,6 años, los asimila más al sector pobre y vulnerable, donde la escolaridad promedia 9,1 y 8,9 años, respectivamente. Esto puede afectar la sostenibilidad de sus mejores oportunidades laborales y mayores ingresos en el tiempo, dice María Paz Arzola.

En lo que respecta a la composición de los ingresos, LyD plantea que mientras para los grupos en situación de pobreza y vulnerabilidad los subsidios del Estado representan un 17,9% y 13,4% del ingreso monetario total, respectivamente, para la clase media-baja alcanzan solo el 4%, correspondiendo el resto a los ingresos autónomos provenientes de sus ocupaciones.

A esto se suma el acceso a prestaciones financiadas por el Estado, ya que el 96,9% de los niños y jóvenes de clase media-baja asisten a establecimientos escolares financiados por el Estado, mientras que en la clase media-alta lo hace el 77,3%.

La socióloga e investigadora del COES, María Luisa Méndez, explica que la crisis social ha dejado en evidencia que si bien los segmentos más vulnerables de la clase media necesitan un soporte del Estado, su vulnerabilidad pasa por su nivel de ingresos, que son muy reducidos. “La población de esos segmentos vive con niveles de endeudamiento que son muy altos y ese aspecto cobra un protagonismo que no estaba en la lógica previa del plan que el Gobierno presentó para acudir en apoyo de una clase media cada vez más numerosa”, dice.

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