El pasado martes 24 de septiembre se presentaron los resultados de las tres primeras olas del Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC), encuesta panel del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Se destacaron los resultados en función del territorio, contacto entre chilenos y migrantes, ingresos y pobreza, salud mental, preferencias políticas, participación y preferencias electorales, movimientos sociales, actitudes hacia la democracia y la emergencia del Frente Amplio.
A cargo de Roberto González, coordinador principal del estudio panel y profesor titular de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad de Chile (PUC), y de Matías Bargsted, investigador asociado de COES y profesor asistente del Instituto de Sociología de la PUC, el seminario “Radiografía del cambio social en Chile”, dio a conocer los principales resultados en torno a la conflictividad de los últimos tres años, a partir del Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC). Los comentarios estuvieron a cargo de María Angélica Bulnes, periodista de Tele13 Radio y ex directora de Tendencias del diario La Tercera, y de Roberto Méndez, Profesor Titular en la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica de Chile, además de fundador y ex presidente de la Encuesta Adimark.
Esta encuesta panel, mide y caracteriza los patrones de estabilidad y los cambios que han experimentado las creencias, actitudes y percepciones que tiene los/las chilenos/as respecto de distintas dimensiones de la convivencia y del conflicto en la sociedad a lo largo del tiempo, en función de siete módulos temáticos: territorio, redes y actitudes sociales, ciudadanía y democracia, desigualdad y legitimidad, conflicto social, salud y bienestar. La muestra es representativa de la población urbana que vive en ciudades de 10.000 o más habitantes; esto equivale, aproximadamente, al 77% de la población total del país y al 93% de la población urbana, y se compone de casi 3 mil individuos, que respondieron en 2016, 2017 y 2018. Dado que algunos dejaron de participar o no fue posible volver a ponerse en contacto, en 2018 se incorporó una muestra de refresco.
Dentro de los principales resultados en torno a los conflictos barriales, se concluye que los niveles de conflictividad en general son bajos, y que las personas con mayor nivel educacional y más altos ingresos reportan menores niveles de conflictividad respecto a los barrios en los que residen. Sin embargo, uno de cada cuatro encuestados percibe estigma hacia su lugar de residencia, donde la Zona Norte presenta mayores niveles de estigmatización. Al analizar la estigmatización en relación al nivel educacional y socioeconómico de las personas, se constata que hay diferencias significativas, donde los mayores porcentajes de valoración negativa son reportados por personas con menores ingresos y menor nivel de educación.
Otro aspecto analizado refiere a los niveles de pobreza en Chile, donde un 37% de los participantes tienen patrones de movilidad en torno a la línea de la pobreza, siendo las mujeres, todos los años, quienes presentan el mayor porcentaje. Así, mientras un 5% de los hombres permanecen bajo la línea de la pobreza durante los tres años medidos, en el caso de las mujeres, esta cifra asciende a 13%. Esto se asocia negativamente con las redes de apoyo, las que se midieron a partir de redes cercanas (amigos y confidentes) y redes extendidas (conocidos).
En salud mental, análisis realizados en conjunto con MIDAP, se evidencia que el 21% de personas que presenta síntomas depresivos en 2016, los mantiene en los años siguientes. Si bien ha habido un incremento gradual en los niveles más complejos de la depresión, se constata que las mujeres, nuevamente, se ven más afectadas que los hombres tanto en depresión moderada como depresión moderada-severa o severa. Otro aspecto importante a destacar es que, al analizar la salud mental en relación al nivel educacional, se evidencia que los niveles de menor escolarización tienen niveles más altos de síntomas depresivos, y que estos mejoran en el tiempo en función de la educación superior.
Al analizar el voto en tres años seguidos, es posible medir las trayectorias de participación de las personas. Así, se obtiene que un 55% declara haber votado tanto en 2013 como en 2017, mientras que un 19% no votó en ninguna, y un 26% que votó en una de las dos elecciones estudiadas. Al analizar la participación por grupos etarios, se observa que a mayor edad mayor propensión a votar, y que los grupos que más se abstienen a votar están en los 18 a 29 años (25%) y los 30 y 49 años (32%). Al respecto, algunos autores han señalado que los más jóvenes están más politizados que la generación que se socializa en democracia. También se midieron las preferencias electorales considerando la intención del voto y el voto realizado. Así Sebastián Piñera retuvo más votantes, alcanzando el 86%; en cambio, Alejandro Guillier retuvo solo al 62% y Beatriz Sánchez el 54%.
Para finalizar, cabe destacar los resultados a partir de los movimientos sociales, donde ningún movimiento congrega más del 25% de las respuestas. En 2016 y 2017 el movimiento más valorado es el estudiantil alcanzando un 20%, el que fue desplazado por pensiones en 2018. De todos modos, un tercio de los encuestados no manifiesta valoración por ningún movimiento social. Por último, a partir de los resultados se puede afirmar que la valoración que hace el ciudadano de los movimientos sociales está alineada con los ciclos de movilización política de los movimientos sociales.