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[OPINIÓN] Manifestando la memoria: ¿Quiénes participan en las marchas por los derechos humanos?

Publicada en The Clinic

Por Sofía Donoso, Nicolás Somma y Federico M. Rossi (U. Nacional de San Martín)

La reciente controversia tras la designación de Mauricio Rojas como Ministro de Cultura provocó fuertes emociones y revivió el debate sobre cómo cultivar una memoria que prevenga futuras violaciones a los derechos humanos en Chile. En el acto cultural en el Museo de la Memoria convocado por Raúl Zurita y otros ilustres miembros de nuestro mundo cultural, pudimos ver a figuras emblemáticas del movimiento de los derechos humanos, pero también a muchos jóvenes y a familias completas. También se observó la presencia de importantes representantes políticos de diversos sectores de izquierda y centro-izquierda, algo inusual en actos de protesta, con excepción quizás de la marcha de los trabajadores del 1 de mayo. En resumen, la fallida designación del ahora ex ministro Rojas pareciera haber unificado al mundo cultural, las varias oposiciones políticas al actual gobierno y distintas generaciones, dando así un impulso no visto hace años al movimiento de los derechos humanos.

Pero, ¿quiénes son los que, en un contexto desprovisto del impasse de Mauricio Rojas, reivindican las causas del movimiento de los derechos humanos en Chile? La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en una encuesta que realizamos a los participantes de la marcha conmemorativa por el 11 de septiembre del año 2017. Esta marcha constituye el principal hito anual de las organizaciones que han liderado el movimiento de los derechos humanos desde el retorno de la democracia. Un grupo de investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad Mayor, en colaboración con colegas argentinos de la Universidad de Buenos Aires y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el apoyo del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), buscamos identificar los perfiles de los manifestantes de esta marcha anual.

En primer lugar, en su gran mayoría, los participantes de la marcha declaran ser de izquierda (74%). Además, un 62% de los participantes señala que la ubicación ideológica de sus padres es de izquierda. Más de la mitad señala que en su casa se hablaba de política seguido (23%) y muy seguido (34%). Estos datos cobran aún más relevancia cuando se revisa la edad de los manifestantes y vemos que hay una alta proporción de menores de 30 años (36%) y gente entre 30 y 50 (31%). Se trata, por lo tanto, de personas que han tenido una socialización política desde la infancia y que por su edad podrán seguir dándole impulso al movimiento.

En cuanto al perfil educacional de los manifestantes, se trata mayoritariamente de personas con formación universitaria (54%) y educación secundaria completa (20%). A pesar de eso, se autodefinen como parte de la clase media baja (18%), trabajadora (44%) y clase baja (8%). Solo el 10% dice pertenecer a la clase media alta y un 1% a la clase alta.

Más allá de estas características personales de los participantes de la marcha, la encuesta tenía también como objetivo entender cuáles eran sus principales emociones y motivaciones. Las emociones en relación a la defensa de los derechos humanos son principalmente preocupación (83%), enojo (77%) y frustración (65%). Los participantes están en su gran mayoría de acuerdo con las demandas de la marcha: juicio y castigo a los responsables de los crímenes contra los derechos humanos (92%) y no olvidar las violaciones a los derechos humanos (92%). En relación a la efectividad de la manifestación para alcanzar su objetivo, las opiniones son más divergentes. Sumando las categorías “nada”, “poco” y “algo”, un 46% declara que la marcha no es efectiva para lograr juicio y castigo a los responsables y un 45% que es “bastante” y “muy” efectiva. Más importante pareciera ser la marcha para no olvidar las violaciones a los derechos humanos: un 68% declara estar “bastante” y “muy” de acuerdo con esto.

Por último, cabe preguntarse por el rol que cumplen las organizaciones de los derechos humanos. Los participantes declaran mayoritariamente no ser miembros de la organización promotora de la manifestación (61%). Sin embargo, un 63% dice sentirse identificada con alguna de las organizaciones de la marcha.

El movimiento por los derechos humanos será un actor importante en un debate que a todas luces está lejos de ser zanjado. La propuesta del gobierno de Piñera de crear un Museo de la Democracia, la pendiente acusación constitucional contra los jueces que otorgaron el beneficio de libertad condicional a procesados por delitos de lesa humanidad, y la conmemoración de los 45 años desde el golpe militar le seguirán dando un nuevo aire a este movimiento. Entender quiénes manifiestan su apoyo participando en su evento anual más importante puede arrojar luces sobre el futuro de este necesario movimiento.

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