Publicado en Diario Pulso
Por Dante Contreras
Desiguales, es la reciente publicación del PNUD Chile, una excelente y oportuna contribución al debate nacional. No dudo que será usado en clases, para consulta y discusión de políticas públicas, entre otros. A continuación, presento cuatro buenas razones de por qué debemos leer este libro. Primero, es un texto comprehensivo, abarca un gran número de temas relevantes: desigualdad de ingresos, concentración del capital, empleo y retornos, educación y oportunidades, movilidad social, dignidad (trato por clase, género), poder político y legitimidad. Esta amplia variedad de temas permite formarse una opinión sólida del fenómeno de la desigualdad en Chile, su estructura y también sus posibilidades –muy limitadas—de solución.
Segundo, es un documento riguroso donde se intenta explicar y analizar los distintos aspectos asociados a la desigualdad desde distintas métricas, bases de datos, etc. Tercero, es un libro que además de presentar y actualizar evidencia conocida también es creativo. En efecto, presenta evidencia de modo tradicional y con nuevas fuentes de datos y estrategias de estudio; el análisis de la desigualdad por características de la empresa es un ejemplo de aquello. Por último, es cauto. A pesar de contar con abundante evidencia, los autores deciden no caer en juicios normativos.
Sin embargo, esta publicación tiene, a mi juicio, dos problemas importantes (pero reparables). Primero, debido a la cautela de los autores, el libro requiere mayor asertividad respecto al mensaje principal del texto. Esta falta puede explicar por qué ha generado interpretaciones tan variadas, y a veces contradictorias, entre analistas y opinólogos. Si bien es cierto, existen libros que al leer el resumen ejecutivo el lector puede hacerse una razonable impresión de sus contenidos. Este no es el caso de Desiguales, dado que requiere una lectura completa para que el lector pueda formarse un cuadro general de la situación de desigualdad en el país y de su evolución a través del tiempo. En cambio, una lectura parcial o por capítulos puede llevar a distintas interpretaciones a los lectores.
Desiguales permite dimensionar la magnitud y alcances de la desigualdad en nuestro país. Chile, aun cuando eleve su ingreso per cápita, no puede ser desarrollado bajo la desigual estructura económica, política y social que exhibe. Por supuesto el país ha experimentado importantes avances en la reducción de la pobreza y en mejoras de bienestar. Sin embargo, la elevada desigualdad estructural y la concentración de poder y riqueza separa de una manera irreconciliable a una elite del resto de la población. Dicha separación no sólo es física/geográfica, también lo es en áreas como la educación, salud o el mundo laboral. En suma es una división profunda que separa conceptualmente a la población y polariza las interpretaciones y potenciales acciones de política pública. Esto naturalmente genera desconfianza, miedo y frustración.
Por otra parte, el texto recoge de forma nítida la valoración por el esfuerzo y el mérito como principio orientador. Sin embargo, para que dicho esfuerzo individual se plasme en resultados más equitativos, las políticas públicas deben hacer su trabajo. Acá existiría un divorcio entre la elite (encargada del diseño de tales políticas) y la población potencialmente beneficiaria de las mismas. Construir una sociedad más equitativa es costoso: en recursos financieros, negociaciones, de liberación, etc. La equidad es cara. ¿De qué forma una elite que no sufre la desigualdad, y que probablemente no entiende la frustración que genera, puede acometer las reformas requeridas? Esto muestra el segundo problema del libro.
Desiguales requiere un capítulo final. Como mencioné anteriormente la cautela de sus autores nos ha privado de leer tal capítulo. La pregunta que debiera ocupar el capítulo no escrito tiene que ver con las posibilidades de mejorar en un plazo relativamente breve esta situación en Chile. ¿De qué forma, y de manera endógena, un sistema altamente desigual puede corregir su estructura? ¿Cómo nuestro sistema político y económico, altamente concentrado podría auto gestionarse en otro más equitativo? ¿Por qué una elite históricamente subsidiada por la desigualdad, estaría dispuesta a empujar los cambios requeridos?
¿Existe evidencia internacional que muestre de qué forma sociedades altamente desiguales y pobres han transitado en la dirección de transformarse en países desarrollados e igualitarios? Al parecer la evidencia no está a nuestro favor. El debate en torno a la desigualdad y sus potenciales soluciones nos seguirá acompañando. Por tales razones, hay que leer Desiguales del PNUD.