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[OPINIÓN] Pobreza, hacinamiento y educación

Por Dante Contreras
Publicado en Diario Financiero

A pesar de las significativas mejoras en el nivel de bienestar exhibidas durante los últimos años, América Latina sigue siendo una región con elevados niveles de pobreza y desigualdad. La privación material, es una consecuencia directa de la situación de pobreza por insuficiencia de ingresos, y la condición de hacinamiento surge como una variable relevante en el análisis de dicha privación. Conocer la existencia de hacinamiento permitiría una mejor identificación del nivel de precariedad que presenta un hogar.

Según el último estudio Regional Comparativo y Explicativo de Educación, América Latina posee un 19,41 % de niños que viven en hogares con algún grado de hacinamiento, siendo Nicaragua el país que presenta la tasa más alta de la región (55,14 %), seguido por Guatemala (44,23 %) y El Salvador (37,16 %).

Está ampliamente documentado en la literatura que la existencia de ciertos factores socioeconómicos determinantes de la situación de pobreza, como el ingreso y la educación de la madre y del padre, influyen en el rendimiento escolar de un niño. Sin embargo, los efectos asociados a la condición de hacinamiento, ha recibido menos atención en la región. De hecho, ciertos niveles de hacinamiento podrían afectar significativamente en el desempeño académico de un estudiante modificando el set de oportunidades que podría llegar a tener en el largo plazo.

En un hogar hacinado, la falta de espacio, determina la forma en que los miembros de la vivienda se relacionan y enfrentan la cotidianidad. Existe una serie de consecuencias del hacinamiento que afectan de manera general a todos los habitantes de un hogar. Un espacio más hacinado podría propagar con mayor facilidad enfermedades, determinando así el nivel de ausentismo del niño al establecimiento educacional. Por otro lado, se podría generar mayor contaminación acústica imposibilitando la concentración del escolar. Además una desgastada relación social tanto dentro como fuera del hogar, falencias en el cuidado de los niños y problemas en la interacción entre padres e hijos.

Por otra parte, la falta de espacio y condición de precariedad de un hogar, acompañado de un barrio que posea características similares pueden generar contextos en los que prevalece el crimen y donde se experimenta una baja calidad de vida. De esto último se puede desprender que, de existir una sustitución entre el tiempo que pasa un niño en un hogar hacinado y el que destina a estar en las calles de su barrio, habría una mayor exposición del niño a un contexto de vulnerabilidad social, en el que se pueden distinguir problemas de crimen, violencia y drogadicción.

En una investigación reciente (Contreras, Delgadillo y Riveros, 2017) se examina si, controlando por factores socioeconómicos del hogar, existe un efecto del hacinamiento en el desempeño académico de los niños en América Latina. Para ello se utilizaron datos del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (SERCE) aplicado a 16 países de América Latina.

Los resultados muestran que la condición de hacinamiento sobre el puntaje de lenguaje y matemáticas, es negativo y estadísticamente significativo. El efecto encontrado para la variable de hacinamiento es mayor a la incidencia que tienen otros factores socioeconómicos sobre el rendimiento escolar. Por ejemplo, en los resultados de lenguaje, el efecto de los niveles de educación secundaria y terciaria de la madre es significativamente menor al asociado a la condición de hacinado. Para el caso de matemática, el coeficiente que identifica el efecto del hacinamiento también es significativamente mayor al de la variable de educación secundaria de la madre.

Se estudia además si un niño que vive en un hogar hacinado, podría sustituir el tiempo que dedica a realizar actividades académicas en su vivienda. Para ello, se evalúa la existencia de biblioteca en el colegio del alumno y las horas que éste último pasa en el establecimiento educacional. Se encuentra que al aumentar tanto el porcentaje de establecimientos con biblioteca y las horas que el niño destina en el colegio, el rendimiento escolar aumenta, sin embargo dichos efectos no compensan los efectos del hacinamiento.

Políticas públicas que mejoren la calidad del tiempo de los niños en las escuelas tenderían a compensar dichos efectos. Por lo que consolidar políticas de vivienda, tendrían efectos indirectos, pero positivos sobre el aprendizaje de los niños.

Pobreza, hacinamiento y educación, Diario Financiero. Columna de opinión por Dante Contreras

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