Por Luis Valenzuela
Publicado en La Segunda
Gran Valparaíso es un área metropolitana cercana al millón de personas —junto a Concepción son las de segundo tamaño en Chile— con una comuna de alrededor de 300.000 habitantes. En poco tiempo ha sufrido incendios que han comenzando en sus periferias. El mayor fue el 2014 con 2.900 casas quemadas, 15 fallecidos y 12.500 damnificados. Este año ya se han quemado unas 260 casas.
Hay dos grandes incendios ocurridos en ciudades de tamaños semejantes. En 1666 el gran incendio de Londres —entonces con 1 millón de habitantes— destruyendo 13.200 casas de materiales de alta combustión y afectando 70.000 personas. En esa época los incendios se paraban demoliendo franjas de propiedades interrumpiendo el avance del fuego, pero la autoridad vaciló en dar la orden. Una importante parte del incendio fue contenido por los muros romanos. En 1877, Chicago –entonces de 300.000 personas– unas 100.000 personas fueron damnificadas, en lo que se cree se debió a la mala calidad de la construcción y especialmente a su alta capacidad de combustión.
Uno de los factores comunes de las ciudades que han sufrido desastres como incendios, terremotos, tsunamis, inundaciones y otros más, es generar una capacidad de resiliencia. Una ciudad resiliente es una ciudad en la que los impactos de desastres son minimizados al contar con condiciones urbanas, infraestructura y servicios adecuados a prevenir efectos de los riesgos, y también porque ha logrado una capacidad de gestión territorial capaz de responder a los eventos de desastres. Por ejemplo, Chicago, casi de inmediato después del incendio, revisó sus estándares de construcción contrafuego.
En el caso de Valparaíso, vastas áreas residenciales de asentamientos informales ubicados en cerros con fuertes pendientes, están en riesgo inminente. Estos asentamientos no cumplen con normas de urbanización ni tampoco con estándares mínimos de construcción. Una situación que no pueden seguir obviando. Es urgente posibilitar la accesibilidad a bomberos, ambulancias y carabineros para minimizar las pérdidas físicas y sociales derivadas de incendios aumentados por fenómenos meteorológicos.
También hay gran cantidad de viviendas que deben ser provistas de la más básica medidas para evitar la propagación de incendios: muros cortafuegos. Esta es una estructura entre dos propiedades de material resistente al fuego por un prolongado periodo de tiempo, que se extiende a lo largo de toda construcción ubicada cerca del vecino o pegado a él, y supera en altura a toda edificación al menos por sobre medio metro.
Muros cortafuego son una medida increíblemente básica pero primordial para tener una mayor resiliencia, sin embargo es cierto que comprenden un desafío de diseño y construcción para insertarlos en viviendas vulnerables ubicadas en zonas de riesgo. A pesar de ser un desafío difícil, este es un caso emblemático de una ciudad que es patrimonio de la humanidad y exige un avance sustancial.