El ciclo de Cátedras Investigación Santiago 2016, titulado “Otras Expresiones de la Desigualdad”, está compuesto por tres clases magistrales donde investigadores COES presentan sus estudios en torno al tema desigualdad. El objetivo de este espacio es promover la reflexión e incentivar la discusión de todos los participantes.
El miércoles 19 de Octubre, en el auditorio del Campus Bellavista de la Universidad Andrés Bello (UNAB), se efectuó la segunda sesión de las Cátedras Investigación Santiago 2016,titulada: “Desigualdad y Meritocracia”; a cargo de Juan Carlos Castillo, subdirector del Centro COES y comentada por Matías Cociña de PNUD.
Luego de palabras inaugurales a cargo de Margarita Errázuriz, Decana de Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNAB) y de Stéphanie Alenda, Directora de Escuela de Sociología (UNAB); Juan Carlos Castillo (investigador PUC-COES) inició la cátedra preguntando si el mérito es sólo talento, dividiendo su presentación en dos partes: “la búsqueda de la meritocracia” (siendo ejemplo de esto, el premiar el talento académico, la existencia de la asignación de excelencia pedagógica, el modelo de selección en la alta dirección pública, el otorgamento de becas, etc.) y en “las irritaciones de la meritocracia” (donde la corrupción, los pitutos, el uso y abuso de contactos, la suerte, las barreras socio-económicas y los beneficios de cuna son todos considerados como no meritocráticos); entregando hallazgos preliminares de su investigación de percepciones sobre la meritocracia.
Con la cita: “la creencia en el mérito como principio distributivo justo permite la legitimación de la desigualdad social” (Madjar, 2008); nos provocó con que la desigualdad sigue existiendo, sólo que sus mecanismos cambiaron. Esto es, se pasó del otorgamiento de títulos nobiliarios en la antigüedad a, por ejemplo, la mejora en el salario, la entrega de bonos de productividad u otras formas de premiación en la sociedad moderna.
A continuación, nos relató que el concepto de “meritocracia” comienza a aparecer entre 1950 – 60 en la literatura, no teniendo una expansión en su uso, si es comparado con los conceptos de redistribución, desigualdad y/o de justicia social. Como creador del concepto se considera a Michael Young, en su libro “The Rise of Meritocracy” (1958), en donde a través del sarcasmo, construye el relato de una sociedad basada en la meritocracia, en el gobierno de los mejores que termina por levantar una élite convertida en hereditaria, lo que termina en una “revuelta social” contra la misma meritocracia en el hipotético año 2033.
Las preguntas que guían su investigación son: ¿en qué medida se ha logrado implementar el ideal meritocrático?, ¿cuáles son los límites de la meritocracia? y ¿qué se entiende por mérito y meritocracia?. Sobre esto último, y pasando revisión al marco teórico (aunque para varios autores el concepto es algo esquivo), lo claro es que «las recompensas se distribuyen a los individuos de acuerdo al criterio del mérito personal” (Yair, 2007:1), por lo que tomando las ideas de Young, “mérito” sería la suma de inteligencia y esfuerzo (Young, 1958), en otras palabras: mérito = talento + esfuerzo
Pero, ¿qué es más meritocrático ser inteligente o esforzado?
Bajo ese cuestionamiento, se establece que existen dos perspectivas en el estudio de la meritocracia: una “estructural”, con estudios sobre movilidad social y exclusión; y otra “moral”, subdividida además en “normativa” (con el mérito como principio de justicia, centrándose más en la filosofía política) y “subjetiva” (con percepciones y creencias sobre el mérito, centrada en la economía moral).
Por lo mismo, Juan Carlos Castillo denota que su campo de interés para este estudio, y desde el ámbito de la sociología, es el de la economía moral, ya que “en un país… [Chile, en este caso] …en donde hay criterios de mercado en política pública, se refuerza la economía moral”, señala.
Esto es, se hace más que relevante el conocer las percepciones y creencias sobre el mérito, ya que nos permitiría tener un atisbo de cómo son las preferencias distributivas de la sociedad (o de grupos dentro de la sociedad) en temas controversiales como son las pensiones basadas en un sistema de capitalización individual o la educación gratuita, respecto de la desigualdad y/o sobre políticas sociales.
Por su parte, Matías Cociña (PNUD) al iniciar su comentario, propuso que se deben incluir mayores factores de productividad e ir más allá de los índices de escolaridad al efectuar una medición del mérito y que se debe también considerar que existe un “discurso del mérito” que interactúa con cuatro criterios: el “criterio normativo”, el “criterio de necesidad” (como por ejemplo la idea de un piso mínimo social, como el sueldo mínimo), el “criterio del buen trato” (entendido como igualdad en deberes y derechos o igualdad de dignidades, expresado en un sueldo digno) y el “criterio de la solidaridad”.
Cociña terminó su intervención señalando que “en Chile el tema del mérito era considerado virtuoso”, mientras que Juan Carlos Castillo, cerró la cátedra señalando que “una de las formas de justificar la desigualdad es en base al mérito”.

Stéphanie Alenda, Juan Carlos Castillo, Matías Cociña, Margarita Errázuriz y Mauro Basaure