Por Alfredo Joignant
Publicado en La Segunda
(Texto original)
Un pequeño escándalo tuvo lugar el 11 de septiembre recién pasado. Tras varios años de silencio, el pinochetismo criollo, hoy exótico, publicó un inserto de dos páginas en un diario de la plaza. En él, volvía a aflorar el lenguaje extraño, casi irreal, de “chilenos agradecidos de sus Fuerzas Armadas y de Orden [que] no olvidan y reconocen los sacrificios que ellas hicieron por la patria”. El inserto prosigue con fotografías de 47 militares asesinados entre 1978 y 1986, cuyas circunstancias de muerte son detalladas y los autores nombrados como “prófugos”.
La reacción escandalizada no se hizo esperar por parte de tuiteros y lectores furiosos en medios electrónicos, lo que se explica por la repetición pesadillesca de un lenguaje en desuso no muy distinto de la lengua muerta. Esta reacción es entendible si se acepta tener en mente la representación dominante de Pinochet como encarnación del mal, lo que el historiador Manuel Gárate confirma en un plano universal a través de la recopilación paciente de miles de caricaturas publicadas por los principales periódicos de los países centrales desde el 12 de septiembre hasta la muerte del dictador. Aun carecemos del historiador que fantaseará con la imagen de un Pinochet angelical, aunque Gonzalo Rojas no está muy lejos de la fantasía (pero a años luz del historiador de verdad).
Pero lo sorprendente de este asunto está en otra parte. En efecto, este inserto es expresivo de una memoria rota, inaudible, sobre todo si se toma en cuenta la singularidad de quienes lo firman en dos líneas milimétricas, casi invisibles: un diario electrónico denominado “Chile informa”, rubricado por un representante legal y un asesor cuyas identidades sólo son conocidas por sus padres, con un editor a quien sí reconocemos (Hermógenes Pérez de Arce) y una página web que bien vale la pena visitar (www.chileinforma.com). Dicho de otro modo, una contra-memoria que pena a identificarse, y que por lo mismo no logra comunicar algo que vaya más allá del lamento por estas 47 muertes.
Pero, más profundamente, la memoria del 11 de la que es portadora este inserto es una curiosa y fascinante expresión de ironía. Al visitar esta web, desembarcamos en un diario editado en Canadá, el que se presenta como “el diario de los chilenos del mundo”, con una iconografía coloreada de La Moneda en llamas y la figura del presidente Allende en medio de la humareda, secundado por una columna referida a “Allende, la poesía y los poetas”. Vaya ironía: en el inserto de la discordia se invitaba al lector a descubrir de quiénes eran las “400 firmas de patrocinadores” de esta contra-memoria. Al hacerlo, el lector se sumerge en un mundo de izquierdas, más allá que la iconografía de la catástrofe y el lenguaje poético no nos hablen exactamente de las mismas izquierdas de 1973. Pero si de memoria se trata, en este caso es de una memoria irónica, por las rúbricas y la invitación tramposa al lector. Definitivamente, un caso extraño: nunca antes había visto algo así.