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[OPINIÓN] Representación e incumbentes

Por Alfredo Joignant

Publicado originalmente en La Segunda

Estamos a días de que se inicie, formalmente, un largo ciclo electoral. Inicia con posibles?y al parecer incómodas? elecciones primarias de alcaldes para todos los partidos, y concluirá con elecciones presidenciales y legislativas en 2017. Este ciclo tendrá lugar en un pesado contexto de desafección, y a partir de nuevas reglas del juego. Éstas, en teoría, introducen mayores dosis de competencia política y mayor proporcionalidad en elecciones legislativas, a partir de una nueva concepción de la justicia de la representación que, para que sea real, supone que quienes ya se encuentran en posesión de sus cargos (los incumbentes) se vean desafiados.

No hay nada menos evidente de que esto ocurra.

Son tres tipos de cambios que los chilenos comenzaremos poco a poco a experimentar.

El primero se refiere al origen y uso del dinero. Como se sabe, la nueva ley suprimió acertadamente los aportes reservados de empresas, permitiendo tan sólo el aporte de individuos hasta un cierto límite. Más allá del riesgo de que las empresas finalmente aporten a través de individuos (lo que supone un trabajo de movilización de gran envergadura y, sobre todo, mucho riesgo legal), es evidente que habrá mucho menos dinero circulando en las campañas.

El segundo se refiere a las nuevas atribuciones de Servel (al que se le imputan dientes y la caricatura de la bestia que no trepidará en castigar a quienes infrinjan la ley) en la regulación de las campañas. Concretamente, el uso del espacio público para fines de propaganda visual será mucho más restrictivo, y debiese ser objeto de control ciudadano mediante denuncias populares por no respetar, por ejemplo, los espacios asignados. Dicho de otro modo, las campañas serán más cortas y, sobre todo, infinitamente más reguladas.

La tercera reforma, evidente para las elecciones legislativas, consiste en la ampliación tanto espacial como del número de cargos de varios de los territorios electorales, eliminado los distritos binominales para diputados. De 15 circunscipciones senatoriales binominales se mantienen sólo 7, por motivos demográficos. La lógica electoral indicaba que estos distritos se volvieran uninominales, pero la razón política sucumbió al realismo vital de quienes son hoy senadores por esas zonas.

En síntesis, habrá menos dinero para campañas?con predominio del aporte público?, menos tiempo efectivo para conquistar adhesiones y mayor extensión territorial por donde competir, en un contexto general de modificación de los paradigmas de campaña, en los que tenderán a predominar las relaciones cara a cara, la conversación y, para quienes se comprometan con programas, posibles situaciones deliberativas.

El cambio es relevante y va en la dirección correcta. Pero al mismo tiempo, el juego combinado de todos estos cambios es garantía de triunfo de los incumbentes en la medida en que se prolongue o acentúe el contexto de desafección. En cuanto a quién ganará en estas condiciones, la respuesta es evidente.

 

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