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[OPINIÓN] Estafa Piramidal: No culpar al estafado

Por Mauro Basaure

Publicado originalmente en Diario de Aysen

La estafa piramidal tiene muchos años de existencia en todo el mundo. En muchos países, de hecho, está fuera de ley. Por esta extensión en el tiempo y en el espacio, esta no puede ser explicada por una “especial conducta chilensis”: una patología moralizante del ambicioso, del codicioso, el segundo pecado capital. Al plantear las cosas así se injuria al estafado; en tono religioso se le dice: ‘si te estafaron fue por tu culpa’. Tampoco se puede explicar por la ignorancia de los más pobres, pues hay estafas para todos los gustos y clases.

Los sociólogos acostumbramos a analizar las cosas desde el actor y desde la perspectiva de un observador. Desde el observador, desde quien conoce el sistema financiero, no es sólo una conducta riesgosa sino también ignorante, pues el esquema de la estafa es conocido y el efecto de saturación hace que el sistema piramidal nunca pueda cumplir su promesa de réditos, salvo durante un breve tiempo. Debe realizarse en algún lugar donde hace tiempo no ha ocurrido, donde el olvido ya ha hecho su trabajo. Nunca se ha visto que una estafa de este tipo ocurra seguido de otra.

Pero más allá de eso, el repetido éxito de la estafa piramidal reside en que opera en base a la confianza en el prójimo, lo cual abunda en la sociedad. En Chile todas las encuestas lo repiten: aún si desconfiamos del sistema económico y político, confiamos extremadamente en los cercanos. Y son ellos quienes nos invitan a participar de este negocio espectacular. Más que al banco o a la AFP, a mi amigo, colega y/o familiar, que conozco desde siempre y nunca me ha fallado, le creo.

Además, ellos me pueden mostrar sus ganancias. Eso es parte clave del funcionamiento de la estafa, que durante un tiempo limitado sí se cumplan los réditos prometidos, de modo que se pueda expandir la buena nueva. ¿Cuantas amistades y relaciones habrá destruido la estafa recién descubierta?

Este marketing de la recomendación directa, que es finalmente el motor de la estafa piramidal, se acompaña de otras condiciones para que tenga éxito: la estafa debe parasitar de la imagen del sistema financiero legal, contando con formalidades como oficinas y secretarias.

Este “como sí” fuese un sistema formal pero excepcional, la autoconfianza, la confianza en el prójimo y el hecho de que nuestra memoria es frágil, parecen ser las claves sociológicas de que personas comunes y corrientes vuelvan a caer una y otra vez en esta estafa tan añeja como conocida.

Frente a esto parece no quedar otra alternativa en Chile que –como en muchos otros países– declarar ilegal este modelo… ¿de negocio?

Diario Aysen - Mauro Basaure

 

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